BIENVENIDO

Dicen por ahì que las cosas más insignificantes son las más importantes. Este blog es un intento insignificante... un poco de todo!

viernes, 17 de junio de 2011

el mensaje del sufrimiento, es más bien el riesgo del amor!!!!

Al retirar el riesgo eterno, Cristo llama a su pueblo al riesgo temporal continuo.

Para los seguidores de Jesús se ha ido el riesgo final. “No hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). “Ni la muerte o la vida… podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús nuestro Señor" (Romanos 3:38-39). “ Matarán a algunos de vosotros… Sin embargo, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”. (Lucas 21:16, 18) “El que cree en mí, aunque muera, vivirá”. (Juan 11:25)

Cuando la amenaza de muerte se convierte en una puerta al paraíso, se rompe la barrera final al riesgo temporal. Cuando un cristiano dice del corazón: “Vivir es Cristo y morir es ganancia” es libre para amar cueste lo que cueste. Algunas formas radicales de Islam pueden inducir a mártires-asesinos con sueños parecidos pero la esperanza Cristiana es el poder de amar, no asesinar. La esperanza Cristiana produce personas que dan vida, no personas que quitan la vida. El Cristo crucificado llama a su pueblo a vivir y morir por sus enemigos, como lo hizo El. Los únicos riesgos permitidos por Cristo son los peligros del amor. “Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan”. (Lucas 6:27-28)
Con asombrosas promesas de gozo eterno, Jesús desencadenó un movimiento de personas radicales, amorosas, dispuestas a asumir el riesgo. “Pero seréis entregados aun por padres. Y matarán a algunos de vosotros”. (Lucas 21:16) Algunos solamente. Que quiere decir quizás sea usted y quizás no. Eso es lo que significa el riesgo. Pegarse un tiro en la cabeza no es arriesgado. El resultado es inevitable. Es arriesgado servir a Cristo en una zona de guerra. Quizás le disparen a usted. Quizás no.

Cristo nos llama a tomar riesgos para los propósitos del reino. Casi todos los mensajes de consumismo Americano dicen lo opuesto: Aumentar la comodidad y seguridad al máximo – ahora, no en el cielo. Cristo no se une a ese coro. Para cada santo tímido, titubeando al borde de alguna peligrosa empresa evangélica, el dice: “No temas, sólo pueden matarte” (Lucas 12:4). ¡Si, a toda costa aumenten al máximo su gozo! ¿Cómo? Por el bien del amor, arriesguen ser insultados y perseguidos y que digan falsedades contra ustedes, “porque vuestra recompensa en los cielos es grande”. (Mateo 5:11-12)

Hay un gran patrimonio bíblico de personas amorosas que se arriesgan. Joab, enfrentando a los sirios por un lado y a los amonitas por el otro, le dijo a su hermano Abishai: “Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo… y que el Señor haga lo que le parezca bien”. (2 Samuel 10:12) Esther rompió la ley real para salvar a su pueblo y dijo: “Y si perezco, perezco”. (Esther 4:16). Sadrac y sus compañeros se rehusaron a adorar al ídolo del rey y dijeron “Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses”. (Daniel 3:16-18) Y cuando el Espíritu Santo le dijo a Pablo que en cada ciudad le esperaba encarcelamiento y aflicciones, él dijo: “Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera”. (Hechos 20:24)

Stephen Neil dijo acerca de la iglesia antigua: “Todo Cristiano sabe que tarde o temprano pueda tener que dar testimonio de su fe a costa de su vida”. (A History of Christian Missions, Penguin, 1964, p. 43) Esto era normal. Convertirse en cristiano era arriesgar la vida. Decenas de miles lo hicieron. ¿Por qué? Porque hacerlo era ganar a Cristo, y no hacerlo era perder su alma. “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. (Mateo 16:25)

En America y alrededor del mundo está aumentando el precio de ser un verdadero cristiano. Las cosas se están normalizando en “esta presente época malvada”. 2 Timoteo 3:12 será cada vez mas claro: “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos”. Aquellos que han hecho el riesgo evangélico un estilo de vida voluntario serán los más preparados cuando no tengamos alternativa. Por lo tanto, les exhorto, en las palabras de la antigua iglesia: “Así pues, salgamos a El fuera del campamento, llevando su oprobio. Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir”. (Hebreos 13:13-14)

Cuando Dios retiró todo riesgo en el cielo, desató miles de riesgos de amor.

jueves, 9 de junio de 2011

religiones


Juan Martín Velasco
Teólogo

Existen indicios suficientes para afirmar que la religión viene acompañando a la humanidad desde sus primeros pasos y a lo largo de todas las etapas de su historia. Sus formas son tan numerosas y tan variadas como las formas de ser hombre.

Todas son llamadas con razón religiones, porque todas tienen su raíz en la presencia de Dios en el fondo de todo lo que existe y en el corazón de los humanos, y todas son modulaciones del eco que esa presencia suscita en ellos. Sus diferencias proceden de la variedad de lenguas, culturas, obras, imágenes y gestos con que los hombres han vivido y viven la actitud con que reconocen el Misterio que los habita. En sus religiones, los humanos piensan, anhelan, imaginan, sueñan, alaban, cantan y dan forma y figura al manantial del que procede el arroyo de sus vidas.

Por eso las religiones tienen su origen en Dios, pero son obra de los humanos. Todo lo visible de la religión: creencias, ritos, oraciones, sentimientos, normas, templos, fiestas, instituciones procede de los sujetos religiosos y refleja las posibilidades de su pensamiento, de su libertad, de su imaginación; las condiciones de su cultura, a la vez que las limitaciones que impone a todo lo humano su finitud.

Lo visible de la religión, el sistema de sus mediaciones, es el cauce heredado de las generaciones que le han precedido por el que cada sujeto recibe noticias de la realidad de la que está constantemente procediendo. Es también la escala por la que eleva al cielo la adoración en la que reconoce a esa realidad. Pero sólo existe religión verdadera cuando el sujeto asume personalmente todos los elementos del sistema, haciéndolos expresión de esa actitud, personal como ninguna, de reconocimiento del Misterio, que es “actitud teologal” en el cristianismo, “islam” en la religión musulmana, “bakthi” en corrientes personalistas del hinduismo, “wu-wei” en el taoísmo, etc.

En la religión llegan a su cima las posibilidades de lo humano, gratuitamente donadas a todos los sujetos,. Por eso la religión ha producido los preciosos textos presentes en tantas de ellas, los
monumentos admirables que sus fieles han levantado, las composiciones musicales que han acompañado a sus oraciones, las sublimes obras de generosidad, de compasión y de justicia de sus mejores representantes. Por eso los hombres de todos los tiempos “esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer conmueven íntimamente su corazón: ¿qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido y el fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y qué el pecado? ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio, y cuál la retribución después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable Misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos?” (Concilio Vaticano II)

Pero, como no hay nada peor que la corrupción de lo mejor, la historia de presenta episodios en los que no faltan sujetos que se sirven de la religión y de su capacidad de motivar a la persona y de arrastrar a las masas para perpetrar las acciones más perversas al servicio de su egoísmo, y de los intereses propios o de la institución o el pueblo a que pertenecen. Por eso las religiones han desprestigiado tantas veces la religión y ésta ha sido interpretada y despreciada como mero fruto del deseo humano, como medio para la alienación, como intento de dominación sobre la sociedad, como freno para el progreso humano, como represión de la libertad, como fuente de violencia.

La raíz de la mayor parte de las perversiones de la religión está en confundir la religión con el sistema de mediaciones que origina la actitud religiosa: creencias y fórmulas en que se expresan, instituciones que surgen de su condición de hecho social, sujetos que las gestionan, y atribuirles la condición de absolutas que son propias exclusivamente del Misterio al que remiten y que, absolutizadas, se convierten en ídolos que en lugar de orientar hacia Dios, lo suplantan, condenándose así a defraudar al sujeto religioso y esclavizarlo. Otra razón frecuente de tal perversión consiste en una mala “teología política”, es decir, en la pervertida forma concebir y realizar la presencia de la religión en la sociedad en la que vive.

Nuestra generación en los países occidentales ha heredado de las que nos han precedido en los últimos siglos todas estas descalificaciones de la religión y hoy las personas religiosas apenas pueden presentarse socialmente como tales sin tener que comenzar por superar los prejuicios, deshacer los malentendidos, eliminar las descalificaciones que imperan en el discurso cultural dominante.

De ahí, la profundidad de la crisis religiosa imperante en Europa, que no se limita a la crisis del conjunto de las mediaciones religiosas, sino que afecta a la misma realidad divina y a la relación
creyente que sólo él merece. El descrédito de la religión se ha hecho tan profundo que, incluso entre los cristianos, son numerosos los que abogan por la realización no religiosa del cristianismo, y no faltan quienes dan por superada la época religiosa y proponen como forma de realización ideal de lo humano una espiritualidad ajena a la religión, presentada como su alternativa.

El cristianismo se inscribe en la historia de las religiones y en el marco de comprensión de lo religioso al que acabamos de referirnos. Pero es una religión original, cuya novedad deriva de su comprensión del Misterio como Dios Padre, creador de todo lo que existe, revelado en Jesús de Nazaret, muerto en la cruz para revelar a los hombres el amor sin límites del Padre, resucitado por él y que entrega a los creyentes el Espíritu Santo para hacer de ellos su hijos. De la originalidad de su contenido se deriva la originalidad de la fe cristiana llamada a transformar la vida de los creyentes y moverlos a trabajar en la historia para hacerla avanzar hacia el reinado de Dios que culminará en “una tierra nueva y un cielo nuevo en que habite la justicia”.

miércoles, 8 de junio de 2011

mi totem

colibri -  Amor, Alegria
Colibrí, la más pequeña de las aves, nos trae mensajes especiales. Es la única criatura capaz de parar en seco mientras viaja a grandes velocidades. Puede flotar, o avanzar, retroceder, subir y bajar. Vive de néctar y busca la dulzura de la vida. Su larga lengua le permite pasar por alto la capa exterior, a menudo dura y amarga, y encontrar los tesoros escondidos debajo. Colibrí es amado por las flores y plantas, pues al libar el néctar de la flor, la planta se reproduce y crea más de su especie. En muchas tradiciones, las plumas de Colibrí son atesoradas por sus cualidades casi mágicas. Se dice que Colibrí trae amor como ninguna otra medicina puede hacerlo, y su presencia trae alegría al observador. Si tienes medicina de Colibrí, te adaptas con facilidad a cualquier situación y sacas el mejor provecho de tus nuevas circunstancias. No pierdes tiempo mirando atrás y deseando "lo que fue", pues te interesa aprovechar "lo que es". Nunca podrías volverte adicto a algún estimulante artificial, pues encuentras alegría en tu propio corazón. Te da mucho placer esparcir alegría, amor y belleza a todos los que te rodean, y tienes el don de llevar esa alegría interna hacia espacios nuevos y diferentes. Tienes el talento de encontrar lo bueno en la gente, y no te detiene un exterior áspero o abrupto, pues sabes que, si pudieras llegar más allá de esa dura capa externa, encontrarías bondad y belleza dentro.

Colibrí, la más pequeña de las aves, nos trae mensajes especiales. Es la única criatura capaz de parar en seco mientras viaja a grandes velocidades. Puede flotar, o avanzar, retroceder, subir y bajar. Vive de néctar y busca la dulzura de la vida. Su larga lengua le permite pasar por alto la capa exterior, a menudo dura y amarga, y encontrar los tesoros escondidos debajo. Colibrí es amado por las flores y plantas, pues al libar el néctar de la flor, la planta se reproduce y crea más de su especie. En muchas tradiciones, las plumas de Colibrí son atesoradas por sus cualidades casi mágicas. Se dice que Colibrí trae amor como ninguna otra medicina puede hacerlo, y su presencia trae alegría al observador. Si tienes medicina de Colibrí, te adaptas con facilidad a cualquier situación y sacas el mejor provecho de tus nuevas circunstancias. No pierdes tiempo mirando atrás y deseando "lo que fue", pues te interesa aprovechar "lo que es". Nunca podrías volverte adicto a algún estimulante artificial, pues encuentras alegría en tu propio corazón. Te da mucho placer esparcir alegría, amor y belleza a todos los que te rodean, y tienes el don de llevar esa alegría interna hacia espacios nuevos y diferentes. Tienes el talento de encontrar lo bueno en la gente, y no te detiene un exterior áspero o abrupto, pues sabes que, si pudieras llegar más allá de esa dura capa externa, encontrarías bondad y belleza dentro.

sábado, 4 de junio de 2011

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR. ¿ES CUESTIÓN DE SUBIR O DE BAJAR?.

 



La fiesta de la Ascensión del Señor se presta a que nos hagamos montajes imaginativos, sobre Dios, sobre el cielo y sobre la "otra" vida, que no son nada más que eso, representaciones fruto de nuestra imaginación. Y, a veces, también de nuestra ignorancia. Dios no está ni arriba ni abajo. Ni el cielo está por encima de la nubes y de las estrellas. Ni los cuarenta días que van de la Resurrección a la Ascensión indican fechas fijas, como nosotros podemos calcular y pensar. Estas ideas no son sino "proyecciones" humanas que nosotros hacemos sobre realidades divinas, que no podemos saber.

El acontecimiento de la Resurrección y de la Ascensión no son sino dos formas de decir la misma cosa: que el Resucitado fue Glorificado. Y todo eso ocurrió a la vez, fue un sólo y único acontecimiento. La Iglesia lo celebra en dos días distintos, con diferencia de cuarenta días, porque el número 40 indicaba, en tiempos antiguos, la idea de "plenitud" o "totalidad". La fiesta de la Ascensión sirve para que los crsitianos recordemos esta plena y total glorificación con que el Padre exaltó a Jesús (Castillo).

Por eso, la Ascensión de Jesús no puede presentarse de forma que dé pie a pensar que Jesús se aleja para siempre de este mundo y, menos aún que Jesús se diviniza hasta tal punto que, por eso mismo, nos resulta menos humano. Todo lo contrario: la Ascensión de Jesús es, y debe ser, la más entrañable humanización suya. Y también la nuestra.