que buscamos
vivir en obsequio
de Jesucristo
Te queremos presentar en este espacio vocacional “…amigos fuertes de Dios”, nuestro carisma y estilo de vida en el Carmelo teresiano: vivir en obsequio de Jesucristo. Este es el elemento esencial de nuestra vida. Como Carmelitas Descalzos, seguimos a Jesús. Él es el centro de nuestra vida. Teresa de Jesús centra su historia en la viada de Jesús, en el evangelio.
Este valor absoluto nos orienta nuestro camino en seguir los pasos que Él vivió. Le contemplamos hombre, así como andaba en el mundo.
Queremos vivir en obsequio a Él. El carmelita vive en obediencia a Dios, según las enseñanzas del Maestro, con una dependencia vital a su Palabra: en el continuo meditar la ley del Señor.
El Carmelo descalzo descubre la riqueza de la regla de vida que marca con profundidad el itinerario de relación con la persona de Jesús y donde ofrece un camino evangélico:
* la Regla define el objetivo de vida en el Carmelo: “vivir en obsequio de Jesucristo y servirle con corazón puro y conciencia serena”.
* El camino para llegar a ese objetivo es el de “meditar día y noche la ley del Señor”. El Señor es Jesús. Su ley es el evangelio que se medita en vigilias de oración.
* La fuente para mantenerse en el camino es la Eucaristía diaria en el oratorio donde se vive el Misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús.
* Se da un aviso a los que quieren seguir a Jesús: padecerán mucha persecución; tendrán la cruz como parte de su vida.
* tener en nosotros los mismos sentimientos de Jesús.
* A los que no llevan en serio la vida en el Carmelo ordena y suplica la Regla en el nombre del Señor Jesucristo, que trabajen en silencio y se ganen su pan.
* La Regla recomienda la práctica del silencio ya que, conforme a la palabra del Señor en el Evangelio, de toda palabra inútil tendremos que dar cuenta a Dios.
* Pide al prior que procure imitar el ejemplo de servicio que Jesús nos da en el Evangelio: “El que quiera ser el primero tiene que ser servidor de todos”
* Aconseja a los súbditos que vean a Jesús en la persona del superior: “El que oye a ustedes a mí me oye”
* Suscita en todos la esperanza del regreso de Jesús cuando, evocando la parábola del Samaritano, dice que el Señor a su regreso nos pagará.
A lo largo de las páginas de la Regla , de principio a fin, Jesús aparece como aquél que llama, anima, avisa, orienta, critica, suplica, ordena, recomienda, propone, sugiere e aconseja.
Este ideal del Carmelo, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz lo vivieron con intensidad y en su experiencia profunda con la persona de Jesús descubren la importancia de vivir el dinamismo de la vida espiritual en centrar nuestra mirada en Él.
Teresa de Jesús presenta como ideal de vida al carmelita tener la vida de Cristo como el centro de su vocación, descubriendo la humanidad de Cristo como el camino seguro para los contemplativos. Teresa descubre la necesidad de ver a Jesús como hombre porque mirándole a Él, se nos hará nada lo que pueda surgir el camino de los sufrimientos y de la cruz mirándoos a vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán, que se puso en el padecer, todo se puede sufrir; es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero.
Ejercicio constante para el camino de la contemplación por medio de la oración es procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre porque es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano. La conciencia de que Jesús está dentro de nosotros o fuera, pues es compañía, nos lanza a servirle en todo lo que hacemos y vivimos.
Mirar a Jesús en su humanidad es ayuda y apoyo en el camino porque en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía.
Jesús es la referencia del carmelita, donde en Él descubre qué tanto ha despertado al amor. Viendo a Jesús -su entrega al Padre, mercedes que realizó con amor por nosotros, hasta dar la vida por sus amigos-, nos muestra que en toda la vida se vive desde la gratuidad y que las cosas se realizan con un sentido pleno porque amor saca amor. Mirando la entrega de Jesús nos despierta a amar más y entregarnos del todo a Él.
Desde nuestra experiencia de camino, viendo a Jesús hombre, es necesario, para Teresa de Jesús ejercitar la virtud de la humildad porque mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. La humildad teresiana es andar en verdad. Reconocer mi realidad y la realidad de Dios, la humildad es el equilibrio de la vida, de nuestra consagración.
Esta experiencia con la persona de Jesús, en el Carmelo nos abre un panorama distinto donde en nuestra consagración lo queremos expresar en actitudes como la cercanía, el servicio, la acogida, la gratuidad, la providencia, todo esto dado por la relación cercana con Jesús, porque le descubrimos en nuestra oración como el amigo verdadero, el Maestro y compañero.