Hay yerbas que nacen entre las flores aunque uno no quiera, pues hoy en mi imaginación nació una.....sin quererlo pero nació. Espero les guste y no les asuste........
Las grandes botas cuyas tecatas de lodo y sangre pintaban huellas mal formadas en la madera casi no sonaban este día. Llevaban un ritmo lento pero constante. El caminar de un hombre cuyo corazón está marchito mientras su mente retoza aventuras que intenta sean sabrosas tildando con algún tipo de color su insípida vida. Las duelas de la cancha estaban brillosas y pulcras para el juego de la noche. Pero ahora un camino de huellas granate las adornaba. Y es que no encontró otro momento ni otro sitio. Su alocado deseo de sexo y sangre se hizo presente justo hoy cuando nada debía alterar su rutina. Pero él no tenía la culpa. Se había propuesto seguir con sus horarios al pie de la letra, cumpliendo cada tarea encomendada. Y vaya si tenia tareas! Pero así debía ser. Llenarse de tareas para no dar paso al torrente de deseos oscuros que azotaban su frágil voluntad. Pero no fue su culpa. Ese día le dieron descanso. Todavía recuerda cuando el director del instituto le llamó a su oficina. Estaba reposando sus pies en el escritorio mientras leía las noticias deportivas del día.
-Pasa, pasa mi querido conserje. Hoy el comité laboral te ha nombrado empleado del año. Eso tienes que celebrarlo. Me han pedido que te deje el día libre. Pero como sé que eres obstinado con tus horarios he arreglado todo para que puedas pasar tu tiempo leyendo en la biblioteca como te encanta. Para que puedas salir del instituto a las misma hora y vayas a hacer tus otros trabajos a dónde quiera que vayas a hacerlos y a la hora que has decidido hacerlos desde hace años.
El conserje tomó a mal la noticia. No le gustaban los cambios, ni mucho menos el tiempo libre. Pero tenía una tabla.de salvación. El director le había proporcionado una idea rápida y eficaz para acabar con esa ansiedad insoportable que le daba cada q intentaba pensar en una actividad nueva sin haberla programado. Iría a la biblioteca, ahí pasaría su tiempo y regresaría a sus deberes como de costumbre. No tenía nada que temer. Pensó por un instante hablarle a su psiquiatra. Pero su psiquiatra le había dicho miles de veces que tenía su libro de actividades programadas para cuando tuviera energía y tiempo libre. Así que sin más se dispuso a leer. Pero la lujuria le rodeaba como León rugiente. Bueno, no la lujuria pero sí la porrista con ropa cortita. O tal vez ella no sabía q atraía remolinos de pasiones en el conserje. Pero eso hacía y a grandes caudales. Ella llevaba su minifalda rosa pastel caminaba en círculos al rededor de los escritorios mientras leía. Su cabello dorado caía por sus hombros descubiertos. Y sus senos prominentes resaltaban de entre su camiseta entre abierta. Cada paso que daba resonaba en el interior del conserje. Cada vez el sonido era más ensordecedor a su parecer. Todo el universo se desaparecía, y sólo existía el aroma y su silueta alrededor. Espero a que se acercara a la puerta, se levantó despacio se acercó hacia ella le tapó la boca y desapareció de ahí cargándola inconsciente.Subirla a la camioneta fue fácil pues estaba a solo unos metros de la puerta trasera de la biblioteca, un lugar donde sólo la basura y los perros hambrientos se pasaban el día buscando alimento por subsistencia. A caso él hacía lo mismo ? Se preguntaba. Estaba a punto de comer su manjar por subsistir? Si esto era así la ocasión tendría que repetirse. Pero algo dentro de él le decía que no era normal, que no debía ser descubierto. Que simplemente era un loco. Aunque es verdad que mucho trabajo le ha costado apegarse a las rutinas, a las tareas, para ser normal. Para ser bueno, para no estar loco. Pero la locura le invadía por dentro y siempre supo que uno u otro día ese volcán explotaría. Ya lo venia venir cuando fantaseaba consigo mismo destacando con los dientes a Iván. Ese mocoso estúpido que robaba su sandwich en los recreos del pre escolar. Pero bueno, ya estaba la tarea casi completa. El plato casi servido y listo para comerse. Solo hacia falta el formol para que el platillo no gritara o saliera huyendo, igual que lo había hecho su perra dolfy cuando había intentado comerla. Apretar el trapo en su cara y sentir como sus latidos iban ralentisandose se antojaba placentero. Pero debía poner atención a los posibles mirones que salieran a descubrir el delito. Pero no, no había delito que descubrir, solo un loco tratando de subsistir. Al fin y al cabo todos tenían secretos que les ayudaban a enfrentar su realidad. El lo sabía. Había quienes sustentaban su estabilidad en la apariencia, quienes en la riqueza, quienes en el protagonismo. Pero el era más simple y menos malicioso simplemente quería comer. Comer belleza, eso debía ser. No pasó mucho tiempo formoleizando el platillo. Cuando estuvo hecho comenzó por los senos. Una mordida clavó y sangre cálida broto. Chorros manaban por su cuello mientras el sabor fuerte y afrutado invadía su aura sensorial. Eso era lo que necesitaba. Siguió con el otro seno y su estómago llenó. Así que un nuevo problema surgió. El cuerpo había que almacenar o por lo menos guardar para merendar. Pero ya era tarde y los chicos buenos no deben en la oscuridad andar. Pues los peligros del mundo deben siempre evitar. Así que salió de su mente una nueva tarea dictada como puntada de lanza a tajar la realidad. Ese cuerpo debería esconder y borrar todo nexo que a su nueva ambición pudiera delatar. Pasaron varios minutos sin que decidirse a la acción hubiera argumentado como buena decisión.
Así q creyó firmemente en una revelación. El fuego la consumiría aunque sea en esta ocasión. Para otra versión una mejor forma tendría de desaparición .
Salió a las canchas de baloncesto para buscar gasolina o algún otro compuesto.
Ahí dejo sus huellas pero pronto capitulo lo aprendido en sus estrellas. Regresó y limpio como buen profesional honor y Gloria a la estrella imperial que sabe desde siempre como las marcas borrar.
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