La neurociencia ha logrado avances impresionantes en la comprensión del cerebro humano, tanto así que es se ha puesto de moda "hacer neurociencia" de casi todos los aspectos difíciles del ser humano, neurociencia de la educacion, neurociencia de la politica, neurociencia de la religion, etc. Pero también se han realizado esfuerzos serios, desde el mapeo de circuitos neuronales hasta la exploración de los correlatos neuronales de la conciencia. Sin embargo, estos avances han traído consigo preguntas filosóficas fundamentales que ponen a prueba nuestras nociones tradicionales de la mente, el conocimiento y la ética. El artículo "Neuroscience and Its Philosophy" de Héloïse Athéa, Nicolas Heck, y Denis Forest, publicado en 2024, profundiza en cómo la filosofía puede y debe interactuar con la neurociencia para abordar estas cuestiones.
Uno de los temas centrales en la intersección de la neurociencia y la filosofía es la naturaleza de la conciencia. Desde una perspectiva neurocientífica, la conciencia se estudia a través de sus correlatos neuronales, es decir, los patrones de actividad cerebral que acompañan a las experiencias conscientes, incluso uno de mis profesores quiere investigar sobre la topología y geometría de las neuronas y axoenes a pequeña escala porque la geometría puede que esté modificando las propiedades de conducción y almacenamiento de información. Sin embargo, los autores de este artículo plantean que esta aproximación corre el riesgo de caer en un reduccionismo excesivo, donde la experiencia subjetiva es vista simplemente como un subproducto de la actividad cerebral.
La filosofía, en este contexto, ofrece una crítica necesaria: ¿pueden los correlatos neuronales realmente explicar la cualidad subjetiva de la experiencia, conocida como qualia? Este es un desafío que la neurociencia enfrenta cuando intenta conectar la actividad neuronal con la experiencia consciente. Existe el argumento de que hay algo intrínseco en la experiencia que no puede ser capturado solo por el estudio de la actividad cerebral.
Otro debate clave es el del libre albedrío. La neurociencia ha mostrado que muchas de nuestras decisiones y acciones están influenciadas por procesos inconscientes, lo que pone en duda la noción tradicional de que los humanos son agentes completamente libres y racionales. Sin embargo, esta visión mecanicista del comportamiento humano presenta serias implicaciones éticas y filosóficas: si nuestras acciones están predeterminadas por nuestra biología, ¿qué significa eso para nuestra responsabilidad moral?
Los autores sugieren que, aunque la neurociencia puede desafiar nuestra comprensión del libre albedrío, no elimina la necesidad de conceptos filosóficos para interpretar estos hallazgos. La neurociencia puede ofrecer datos sobre cómo funciona el cerebro, pero la filosofía proporciona el marco conceptual para entender las implicaciones de estos datos en términos de agencia y moralidad o política.
La neurociencia no solo estudia el cerebro; también nos obliga a repensar cómo adquirimos conocimiento. En este sentido, la epistemología, o la teoría del conocimiento, juega un papel crucial. El artículo de Athéa y colegas explora cómo los métodos y teorías neurocientíficas están influidos por su contexto filosófico, lo que sugiere que no podemos separar completamente la neurociencia de las preguntas epistemológicas.
Por ejemplo, la confianza en métodos como la neuroimagen para entender la mente humana plantea preguntas sobre la validez y los límites de tales técnicas. ¿Hasta qué punto estas imágenes reflejan verdaderamente la actividad mental, y en qué medida son interpretaciones construidas por un marco teórico previo? Este es un punto donde la filosofía puede ayudar a la neurociencia a reflexionar críticamente sobre sus propios métodos y supuestos.
La interacción entre la neurociencia y la filosofía no solo es fructífera, sino necesaria. Mientras que la neurociencia nos proporciona un conocimiento detallado del cerebro, la filosofía nos ayuda a contextualizar y cuestionar ese conocimiento en relación con preguntas más amplias sobre la mente, la moralidad y la naturaleza del conocimiento mismo. Este diálogo interdisciplinario es esencial para avanzar en nuestra comprensión tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea.
Este análisis se basa en el artículo "Neuroscience and Its Philosophy" publicado por Héloïse Athéa, Nicolas Heck, y Denis Forest en *Synthese* (Vol. 64, 2024). Puedes acceder al artículo completo [aquí](https://link.springer.com/article/10.1007/s10670-024-0069-4).
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