Durante mis años como frayle en la orden de los Carmelitas Descalzos, solía meditar largas horas, se supone, sobre la realidad trascendente, sobre el objeto de mis creencias, pero a pesar de las instrucciones de mis guías espirituales siempre terminaba haciendo imaginaciones y reflexiones sobre la naturaleza de la realidad. En las escrituras consideradas sagradas, encontraba una descripción del mundo como algo creado, ordenado por leyes divinas, pero siempre dejaba espacio para el misterio, para la duda, para seguir cuestionando. Más tarde me topo con asuntos no triviales y peliagudos en la carrera de física , veo algo similar en la mecánica cuántica, en particular en la interpretación de Copenhague, que abraza la incertidumbre y el misterio en el corazón mismo de la realidad y nos pone a reflexionar más allá de lo evidente cuando tratamos de abandonar la intuición que se nos ha formado con nuestra experiencia de las cosas diarias.
La interpretación de Copenhague, atribuida principalmente a Niels Bohr y Werner Heisenberg, sostiene que no es posible hablar de las propiedades de las partículas subatómicas como si existieran de forma independiente de las mediciones. El formalismo cuántico no describe el mundo tal como es "en sí mismo", sino lo que podemos decir sobre él en función de nuestras observaciones. A primera vista, esta idea parece radical, especialmente para un alguien formado en la tradición de Galileo, Newton y Einstein, que concibe el mundo como algo objetivo, regido por leyes que describen realidades independientes de la observación humana.
Recuerdo una pregunta lanzada por un sacerdote diocesano en una de sus homilias "¿Crees que Dios juega con nosotros ?" Aún no entendía completamente la magnitud de esa pregunta, que para mis adentros sonaba más así " ¿Crees que la realidad nos está jugando una broma ? "
Muchos años después, cuando leí sobre la famosa disputa entre Bohr y Einstein, comprendí mejor la relevancia de la pregunta: ¿crees que Dios juega a los dados? Es una pregunta sobre la aleatoriedad de la realidad versus el determinismo.
Una de las contribuciones más profundas de la interpretación de Copenhague es el principio de complementariedad de Bohr. Según este principio, las propiedades de las partículas cuánticas, como su posición y momento, no pueden medirse simultáneamente con precisión. Este es un corolario directo del principio de incertidumbre de Heisenberg, que establece un límite fundamental en la precisión con la que podemos conocer ciertos pares de propiedades.
Desde una perspectiva filosófica, el principio de complementariedad sugiere que no existe una única descripción completa del mundo. Me recuerda a Pablo cuando decía: "Vemos por espejo, oscuramente" (1 Corintios 13:12), Bohr sugería que nuestras observaciones son solo sombras de una realidad más profunda que no podemos aprehender completamente. Y es en este aspecto nublinoso de la física dónde las religiones , seudo ciencias y seudo tecnologías han usado los términos "cuántica" cómo sobrenombre o calificativo de cosas que no podemos entender, para decir que en realidad es ciencia. Pero yo no lo creo así. Ni mucho menos.
Recordando a Immanuel Kant, nos encontramos con la idea de que nuestras percepciones están estructuradas por nuestras propias categorías mentales, y que nunca podemos conocer la "cosa en sí". Cabe preguntarle aquí si Bohr, consciente o no, había heredado parte de esta visión kantiana, en la que la realidad última es incognoscible, y lo que podemos conocer está siempre mediado por nuestra interacción con ella.
El problema de la medición en la mecánica cuántica plantea una cuestión que bordea los límites de la física y la metafísica. Según la interpretación de Copenhague, una partícula no tiene una posición o un momento definido hasta que la medimos. Pero, ¿qué significa esto? ¿Implica que la realidad misma no existe hasta que es observada? Esta idea ha sido objeto de intensos debates tanto en la física como en la filosofía y desgraciadamente ha abierto puertas a mucha seudociencia y falso idealismo hegeliano.
Aquí es donde algunos filósofos, como Michael Esfeld y Tim Maudlin, han expresado críticas. Esfeld, por ejemplo, ha argumentado que la interpretación de Copenhague peca de un idealismo ingenuo, al implicar que el acto de observación crea la realidad. Desde una perspectiva filosófica realista, esto es problemático, pues sugiere que la existencia de los objetos físicos depende de la mente humana, una idea que, como físico y filósofo, siempre he encontrado profundamente inquietante y alejada de la certeza lógica.
Uno de los debates centrales que surge de la interpretación de Copenhague es la distinción entre ontología y epistemología. La pregunta de si el colapso de la función de onda es un fenómeno ontológico (que describe un cambio real en el estado del sistema) o meramente epistemológico (que refleja un cambio en nuestro conocimiento sobre el sistema) es fundamental.
La interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica nos desafía a reconsiderar la relación entre el observador y la realidad, un tema que ha ocupado tanto a físicos como a filósofos durante décadas. Al reflexionar sobre estas cuestiones, veo conexiones con mi propio viaje, desde los días en que buscaba respuestas espirituales en los conventos, en las letras de los filósofos, hasta ahora en que busco las mismas respuestas en las ecuaciones matemáticas. Tal vez, como decía Bohr, "las verdades profundas pueden parecer paradójicas". Quizás nunca podamos conocer completamente la realidad en su totalidad, pero seguimos buscando, observando, midiendo... y creyendo, pero hay que tener mucho criterio para identificar cuando una idea proviene de un dato, de una experiencia cotidiana, de una idea filosofica o de una creencia. No sin tener en cuenta que de todas las maneras en que nos aproximamos a la realidad, la ficción sigue siendo la más honesta, pues sabemos que es inventada y solo refleja similitudes.
Recomendaciones de lectura
1. Bohr, Niels.Atomic Physics and Human Knowledge.
Este libro expone la filosofía de Bohr en torno a la complementariedad y su visión del mundo cuántico como algo que trasciende nuestra capacidad de conocimiento directo.
2. Heisenberg, Werner.Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science.
Un clásico que examina las implicaciones filosóficas de la física cuántica y el principio de incertidumbre.
3. Esfeld, Michael.Philosophy of Quantum Mechanics.
Esfeld ofrece una crítica constructiva a la interpretación de Copenhague desde una perspectiva filosófica realista.
4. Tim Maudlin.Philosophy of Physics: Quantum Theory.
Un análisis riguroso de los fundamentos de la mecánica cuántica y los problemas filosóficos asociados con la interpretación de Copenhague.
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