Cuando escuchamos sobre mecánica cuántica, lo que se nos viene a la mente a menudo son conceptos extraños: partículas que pueden estar en dos lugares a la vez, la famosa paradoja del gato de Schrödinger, o la inquietante posibilidad de universos paralelos. Sin embargo, detrás de estos conceptos hay una cuestión aún más intrigante: ¿qué significan realmente las probabilidades en la teoría cuántica? ¿Son simplemente una herramienta para manejar la incertidumbre, o nos dicen algo profundo sobre la naturaleza de la realidad? Este es el tipo de pregunta que aborda el artículo de Philipp Berghofer, quien nos invita a reflexionar desde una perspectiva que mezcla tanto la física como la filosofía.
¿Qué es QBismo y por qué debería importarnos?
Una de las interpretaciones modernas de la mecánica cuántica es QBismo. Este enfoque, que ha generado tanto entusiasmo como escepticismo, sostiene que las probabilidades cuánticas no son objetivas en el sentido tradicional. En QBismo, las probabilidades cuánticas se entienden como expresiones de la creencia subjetiva de un agente respecto a futuros eventos. No es que las partículas "sepan" lo que harán, sino que las probabilidades reflejan nuestras expectativas personales sobre lo que observaremos. En este sentido, cuando decimos que una partícula tiene un 50% de probabilidad de estar en un estado A o en un estado B, lo que realmente estamos haciendo es reflejar nuestra propia incertidumbre.
Sin embargo, esta perspectiva ha sido criticada por quienes consideran que una ciencia basada en creencias personales se aleja peligrosamente de la objetividad. ¡Después de todo, uno de los pilares de la ciencia moderna es su capacidad para ofrecer descripciones objetivas de la realidad! Aquí es donde entra Berghofer con una propuesta que busca encontrar un equilibrio: mantener las ventajas de QBismo, pero introduciendo una noción de objetividad en las probabilidades cuánticas.
Una cuestión de realidades múltiples o apuestas personales
El debate en torno a la objetividad en la física cuántica no es nuevo. Existen interpretaciones "objetivistas" que buscan mantener una realidad sólida y tangible, como la Interpretación de los Muchos Mundos o la mecánica Bohmiana, en la que se preserva la existencia de partículas con trayectorias claras. Sin embargo, estas interpretaciones, aunque tentadoras, tienen problemas conceptuales: sacrifican la simplicidad matemática y desafían nuestras intuiciones sobre la realidad. ¿Deberíamos entonces sacrificar la claridad matemática por la comodidad filosófica?
En el caso de QBismo, se argumenta que la mecánica cuántica no está tratando de describir un mundo objetivo "allá afuera", sino que es una herramienta que usamos para navegar por nuestra experiencia. Es como si la mecánica cuántica fuera un GPS que nos guía, pero el mapa no es el territorio. Aquí, las probabilidades cuánticas se parecen más a las probabilidades usadas en la teoría de juegos: reflejan lo que un agente racional debería creer dado su conocimiento previo y sus experiencias.
La interpretación de Berghofer: Un punto medio
Berghofer propone una solución híbrida que podría tranquilizar a los objetivistas sin sacrificar las fortalezas de QBismo. Él sugiere que las probabilidades cuánticas deberían entenderse como "grados objetivos de justificación epistémica". En otras palabras, no son solo creencias personales, sino niveles de justificación que cualquier agente racional debería considerar a partir de la información disponible. Así, aunque la entrada al sistema cuántico es subjetiva (las experiencias individuales de cada agente), la salida –las probabilidades cuánticas– tiene un carácter objetivo.
Esta perspectiva intenta resolver un problema fundamental en QBismo: ¿cómo puede la ciencia, basada en creencias individuales, generar resultados objetivos? Según Berghofer, el truco está en considerar que la mecánica cuántica no nos dice lo que es cierto o falso sobre el mundo, sino lo que es razonable esperar, y esa expectativa está basada en un criterio de justificación que todos los agentes deberían compartir.
¿Es la realidad algo que percibimos o algo que justificamos?
Volvamos por un momento a la famosa paradoja de Wigner y su amigo. Imagina que tienes dos observadores, Wigner y su amigo, quienes realizan el mismo experimento cuántico. Dependiendo de quién haga la medición y cuándo, ambos podrían tener percepciones distintas sobre el estado del sistema cuántico. En un enfoque tradicional, esto sería un problema, pues parecería que la realidad misma depende del observador. Pero, en QBismo y en la propuesta de Berghofer, esto no es una paradoja, sino una característica: diferentes experiencias llevan a diferentes asignaciones de estados, y eso es perfectamente aceptable siempre y cuando las probabilidades derivadas de esas experiencias sean coherentes y justificadas.
¿Puede la mecánica cuántica ser falsificable?
Otro punto de crítica común es que si las probabilidades cuánticas son meramente subjetivas, ¿cómo podemos considerar la mecánica cuántica como una teoría científica en el sentido tradicional? ¿Cómo podríamos refutar una teoría que depende de las creencias individuales? La propuesta de Berghofer responde que, si bien las probabilidades se basan en la experiencia del agente, estas se justifican de manera objetiva a través de la coherencia con la regla de Born, que establece cómo deben comportarse las probabilidades cuánticas. Si las predicciones no coinciden con lo observado, entonces hay algo que corregir en nuestra comprensión, no en la teoría en sí.
¿Deberíamos modificar la teoría cuántica o nuestras expectativas?
Uno de los grandes logros de la física ha sido su capacidad para describir el mundo de manera precisa, desde la mecánica clásica hasta la relatividad general. Sin embargo, la mecánica cuántica parece resistirse a encajar en ese molde clásico de objetividad. La propuesta de Berghofer, en línea con QBismo, sugiere que quizás el problema no es la teoría en sí, sino nuestras expectativas sobre lo que la ciencia debería ofrecer. En lugar de tratar la mecánica cuántica como una descripción de la realidad última, deberíamos verla como una herramienta epistémica que guía nuestras expectativas y creencias de manera objetiva.
Un viaje hacia una nueva filosofía de la ciencia
La propuesta de Berghofer es, en última instancia, un llamado a repensar la relación entre la ciencia y la epistemología. Al situar la experiencia y la justificación en el centro de la teoría cuántica, se abren puertas hacia una filosofía de la ciencia que no busca describir un mundo "allá afuera" de manera definitiva, sino que se preocupa más por cómo los agentes, situados en un mundo complejo e incierto, deberían ajustar sus creencias y expectativas. Es una visión que, en el fondo, resuena con enfoques pragmáticos y fenomenológicos: la ciencia no es solo una búsqueda de la verdad, sino una forma de interactuar y navegar en el mundo.
Reflexiones finales
La mecánica cuántica, con su matemática elegante y su capacidad predictiva asombrosa, sigue siendo la teoría científica más exitosa hasta la fecha. Sin embargo, su interpretación sigue siendo un campo en constante evolución. Tal vez la clave para entenderla no esté en buscar un mapa definitivo de la realidad, sino en aceptar que la ciencia es una herramienta para justificar nuestras creencias de manera coherente. Y tal vez, solo tal vez, eso sea suficiente para guiarnos en este vasto y misterioso universo cuántico.
Referencia : https://arxiv.org/pdf/2410.19175
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