El artículo de Panagiotis Kourtesis y su equipo aborda la realidad extendida (XR) - que integra la realidad virtual (VR), aumentada (AR) y mixta (MR)- como una tecnología transformadora en el contexto del metaverso. Este universo digital proyectado busca no solo entretenernos, sino redefinir nuestras relaciones, formas de aprendizaje y trabajo. XR está revolucionando campos que van desde la educación y la salud hasta el comercio y el arte. Sin embargo, esta promesa de innovación también trae consigo una serie de riesgos éticos y psicológicos que requieren nuestra atención.
Por ejemplo, en educación, XR permite experiencias únicas: los estudiantes de medicina pueden practicar cirugías en entornos virtuales sin riesgos físicos, o un estudiante de historia puede pasear por las calles de Roma antigua, interactuar con sus ciudadanos virtuales y presenciar debates en el Senado. No obstante, más allá de estas aplicaciones pedagógicas, el metaverso también podría tener un impacto profundo en nuestra cognición. Un caso particular de estudio reciente analizó el uso de XR en niños, descubriendo que aquellos expuestos de manera prolongada a ambientes virtuales tenían dificultades para diferenciar entre la realidad y el entorno virtual, desarrollando una tendencia a "transportarse" mentalmente en situaciones de estrés o aburrimiento en el mundo real. ¿Nos estamos acercando a un futuro donde la realidad se volverá tan ambigua que necesitaremos "anclas" para recordar en qué universo estamos?
¿El metaverso como segunda piel o prisión digital?
Las capacidades multisensoriales de XR, que incluyen el seguimiento de los ojos, la retroalimentación háptica (sentir objetos virtuales) y el rastreo facial, han ampliado enormemente la inmersión. Estos avances permiten que nuestras reacciones emocionales y físicas sean captadas en tiempo real. En teoría, esta tecnología podría tener aplicaciones nobles: imagina a un terapeuta virtual, que adapta sus respuestas y entorno terapéutico según la tensión muscular o la actividad cerebral del paciente. Pero esta conexión casi orgánica con la tecnología también trae un lado oscuro. En el artículo, se destaca que la recopilación de datos biométricos y comportamentales de los usuarios plantea problemas graves de privacidad y control. En un futuro, ¿quién podría garantizar que estos datos no se usen para manipular nuestras emociones, preferencias de compra o incluso nuestras creencias políticas?
Imaginemos el siguiente escenario: Ana, una trabajadora de una empresa multinacional, utiliza XR para asistir a reuniones desde casa. Sus movimientos, expresiones y hasta su ritmo cardíaco se registran y analizan para ajustar sus tareas en función de su rendimiento emocional. Un día, al mostrar signos de fatiga, el sistema automáticamente aumenta la carga de trabajo con tareas más demandantes para "mejorar su eficiencia". Ana termina agotada, y el sistema interpreta su agotamiento como una "falta de compromiso", notificando a sus superiores sobre su "bajo rendimiento". La frontera entre la supervisión y la explotación de sus datos es tan fina como un hilo de realidad en este metaverso.
Un escape de la realidad o una trampa para los vulnerables
El metaverso también plantea dilemas para la salud mental. Aunque se le aplaude como una herramienta terapéutica, no se ha explorado suficientemente cómo su uso prolongado podría distorsionar nuestra percepción de la realidad. Casos de "cibersíndrome", una forma de malestar inducido por el uso intensivo de XR, ya están apareciendo entre personas sensibles a los movimientos rápidos de los entornos virtuales. Un ejemplo ilustrativo es el de Luis, un adolescente que, tras pasar horas en juegos de realidad virtual, comenzó a experimentar episodios de despersonalización. "Siento que soy un personaje en un videojuego", relataba en una sesión terapéutica, "y a veces veo a mis amigos como avatares, como si no fueran del todo reales". Estos casos no son aislados, y el artículo alerta que, sin una regulación adecuada, podrían convertirse en un problema generalizado.
Otro problema crítico es el ciberacoso en entornos XR. Con la llegada del metaverso, los comportamientos agresivos en línea se vuelven aún más invasivos. Algunos usuarios reportan haber sido acosados en espacios virtuales de trabajo o de juegos, donde las experiencias son tan inmersivas que la violencia psicológica adquiere una dimensión física. Imaginemos a Julia, quien relata haber sido acosada repetidamente en un espacio de reunión virtual, donde su avatar fue seguido y hostigado. "No puedes simplemente cerrar la pantalla", comenta, "sientes que te están mirando y no puedes escapar". Estas experiencias nos recuerdan que la seguridad y la regulación ética en estos entornos digitales deben evolucionar al ritmo de la tecnología.
¿Estamos preparados para la vida en el metaverso?
La expansión de XR y el metaverso necesita de un enfoque de regulación ético. Kourtesis et al. no solo exponen las promesas de XR, sino que también nos recuerdan que su implementación sin supervisión adecuada podría llevarnos a una distopía digital. ¿Queremos un futuro donde el metaverso se convierta en un espacio de desarrollo humano, o en una prisión de datos y manipulación psicológica? Las decisiones que tomemos ahora definirán si XR será un aliado en nuestra evolución, o el primer paso hacia la pérdida de control sobre nuestra propia humanidad.
Referencias
Kourtesis, P., et al. (2024). A Comprehensive Review of Multimodal XR Applications, Risks, and Ethical Challenges in the Metaverse.
https://arxiv.org/pdf/2411.04508
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