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lunes, 29 de noviembre de 2010

El valor de la Humildad en la mística

HUMILDAD


La experiencia de Dios nos lleva a reconocer que todo nos viene de Él.
Y el considerar algunas cosas nos hace ganar en el camino de la humildad, de la ternura y en despertar el amor de Dios.
-Pensando en: nuestra bajeza y la ingratitud que tenemos con Dios.
- todo es dado por Dios y todo lo que ha hecho por nosotros
- su pasión, con tan graves dolores
- lo que nos deleitamos con sus obras
- lo que nos ama

Si estas meditaciones se acompañan oon amor se gana a Dios por el corazón un tanto como Teresita. La verdadera humildad será reconocer su grandeza y abajamiento en su misericordia, reconocer que todo lo recibimos de Él sin ningún merecimiento nuestro. (Cfr. Vida que da Vidas. C. Morales y E. Castro. P. 28)

Esto lo menciona en el capitulo nueve del libro de Vida y también toca el tema dedicándole el capitulo 39 de Camino de Perfección:

Hay una humildad aparente que tienen algunas personas, al apartarse de Dios toando como principal razón la indignidad, desconfiando de Él. Otros falsamente se ponen penitencias desconcertadas que les llevan  a sentirse mejor que los demás, y presumen  que ya no volverán a caer pues han entendido la malicia del pecado.

Teresa establece un criterio selectivo para distinguir la verdadera de la falsa humildad. Es la paz. Cuando la humildad es verdadera porque viene de Dios, “no alborota ni inquieta”. La otra, en cambio, “todo lo turba y es penosa”. Caso de ser esta última la que sentimos es claro que hay que desecharla, dejando de pensar en uno mismo, y pensando más en la misericordia de Dios.
            De cara a conseguir la humildad verdadera lo que sí aprovecha, según la Santa, además de buscar luz, y no guardar cosa secreta, es ir  a parar siempre en el propio conocimiento. Aunque se tenga ya contemplación. Más aún si se tiene, este pensar será espontáneo y sin esfuerzo (Caminón, Oswaldo Escobar.)

Es propio del mal espíritu hacer que las personas o confíen mucho en sí mismas o desconfíen totalmente de ellas pero sin referencia. Para Teresa lo que salva es andar en Verdad, es decir, será desconfiar de sí mismo para confiarse en Dios, y al caer, recoger con paz el autoconocimiento y aprovechar el momento para alabar la misericordia de Dios dejando de pensar egocéntricamente en  su imperfección y considerar  con ternura la misericordia de Dios en paz.

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