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viernes, 13 de septiembre de 2024

¿Pueden los recuerdos y la personalidad explicar la polarización política?

 



Imagina un salón de clases lleno de estudiantes que discuten sobre política. Algunos son inamovibles, otros cambian de opinión con facilidad, algunos parecen llevar siempre la contraria, mientras que otros van con la corriente de la mayoría. ¿Qué hace que cada uno de ellos responda de manera tan diferente a los mismos argumentos? ¿Qué papel juegan sus recuerdos y experiencias en la formación de su ideología política? ¿Es posible que las dinámicas de polarización ideológica se parezcan más a las leyes físicas que a un simple intercambio de opiniones?


Esta pregunta, que parece salir de un cruce entre la física, la filosofía y la psicología, es lo que un grupo de investigadores trató de responder en su reciente estudio. Utilizaron una serie de agentes físicos, cada uno con una “personalidad” y una “memoria” específica, para simular la dinámica de la polarización ideológica en una población. Estos agentes, básicamente pequeñas máquinas controladas por microcomputadores, operaban bajo reglas que imitan comportamientos humanos: unos se aferran obstinadamente a sus ideologías, otros cambian de opinión con facilidad, y algunos simplemente hacen lo contrario de lo que los demás esperan. ¡Sí, suena como algunas discusiones políticas familiares, ¿verdad?!


La física detrás de las opiniones


Lo interesante es que estos agentes no son meras metáforas de personas; siguen principios físicos reales. Cada agente tiene una memoria profunda de eventos pasados, un concepto que los autores llaman “mnemomateria”. Dependiendo de la cantidad de memoria que puedan procesar y de su personalidad fija, se comportan de manera diferente ante nuevas interacciones ideológicas. Algunos de estos agentes pueden actuar como verdaderos "cascarrabias", sin cambiar nunca su opinión, mientras que otros se parecen más a "pusilánimes", cambiando de ideología ante la más mínima influencia externa.


La investigación señala que hay un punto crítico en la cantidad de memoria de los agentes, un umbral por debajo del cual la polarización ideológica completa no puede ocurrir. Sin embargo, si los agentes tienen suficiente memoria, la polarización se vuelve inevitable. Esto lleva a pensar en nuestras propias interacciones humanas: si olvidamos rápidamente los detalles de las discusiones pasadas, ¿podemos realmente llegar a extremos ideológicos? Y, si recordamos demasiado, ¿podemos evitar que las ideas nos arrastren hacia una trinchera inamovible?


Aquí es donde podemos traer a escena a grandes pensadores que también han reflexionado sobre cómo las ideas y la memoria influyen en nuestras decisiones. Platón, por ejemplo, veía la memoria como un reflejo imperfecto de la verdad, lo que podría explicar por qué los agentes que dependen demasiado de sus recuerdos pasados (como los "tradicionalistas") tienen dificultad para adaptarse a nuevas realidades.


¿Y qué hay de los fisiólogos de la mente, como Daniel Kahneman? En su libro *Pensar rápido, pensar despacio*, Kahneman habla sobre cómo tendemos a darle más peso a las experiencias recientes que a las más antiguas al tomar decisiones, lo que se alinea con el comportamiento del “oportunista” en el modelo de los agentes. Este agente es el que presta más atención a los eventos recientes que a los pasados, lo que lo hace más flexible, pero también más volátil.


Ahora, pongamos esto en perspectiva con algo un poco más mundano, pero no menos revelador. ¿Alguna vez has estado en una reunión familiar donde un tío o una tía siempre tiene la misma opinión sobre todo? Probablemente no importa qué tan racionales sean los argumentos, esa persona tiene su postura fija, algo que el agente "cascarrabias" ilustra muy bien. Este tipo de personalidad es inamovible porque evalúa la situación con una lógica profundamente influida por sus experiencias acumuladas. ¿Nos sorprende, entonces, que muchas discusiones políticas no lleguen a ninguna parte cuando las personas están tan "polarizadas"? 


Lo caótico de la polarización


Los investigadores también descubrieron que dependiendo de los detalles de la personalidad de los agentes, la polarización ideológica puede ser estática, dinámica o incluso caótica. Aquí es donde la física entra en juego: al mapear las decisiones ideológicas de los agentes en un "paisaje potencial dinámico", los científicos pudieron predecir que, bajo ciertas condiciones, las ideologías se estabilizan, mientras que en otras circunstancias, el caos reina. Es como si estuviéramos observando no solo un debate político, sino una especie de danza ideológica en la que las posiciones de las personas cambian, se estabilizan, y luego vuelven a cambiar de manera impredecible. ¡Casi como una versión política del famoso "gato de Schrödinger"!


En este sentido, podríamos pensar en el trabajo de Karl Popper, quien afirmaba que las teorías políticas deberían ser siempre susceptibles de ser refutadas. Quizás los agentes "cascarrabias" que no cambian su opinión representan una visión opuesta a la de Popper, mientras que los “inconformistas” y los “pusilánimes” podrían ejemplificar una postura más abierta al cambio. ¿Cómo nos posicionamos ante esto? Tal vez, la verdadera lección esté en encontrar un equilibrio entre recordar el pasado y estar abiertos al presente.


¿Qué nos enseña esto sobre nuestra sociedad?


Este tipo de estudios no solo nos ayuda a entender cómo las personas se polarizan, sino que también ofrece una metáfora poderosa para pensar en nuestras propias interacciones ideológicas. Al igual que estos agentes físicos con memorias y personalidades fijas, nuestras decisiones políticas y sociales están influenciadas por nuestras experiencias pasadas, nuestros recuerdos y, sí, por cómo procesamos y almacenamos esa información. Tal vez sea hora de pensar en nuestras ideologías como algo más que simples etiquetas y empezar a verlas como fenómenos dinámicos que evolucionan con el tiempo, sujetos a las leyes de la memoria y la personalidad.


Recomendaciones de lectura:


1. "Pensar rápido, pensar despacio" de Daniel Kahneman – Para entender cómo nuestras decisiones se ven influenciadas por nuestros recuerdos y experiencias.

2. "La sociedad abierta y sus enemigos" de Karl Popper – Para reflexionar sobre cómo las ideologías deberían ser flexibles y abiertas al cambio.

3. "El mito de la caverna" de Platón – Para explorar cómo nuestros recuerdos e ideas sobre la realidad pueden estar distorsionados.


Referencias


- Paper: *Memory, Ideology, and Polarization: A Study with Physical Agents* en arXiv ([https://arxiv.org/abs/2409.06660](https://arxiv.org/abs/2409.06660))


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