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miércoles, 23 de octubre de 2024

¿Cómo detectamos lo invisible? Una mirada a los microplasticos

 



Imagina una botella de plástico abandonada en una playa. Con el tiempo, esa botella se descompone en diminutas partículas, pero no desaparece. Al contrario, se transforma en algo más preocupante: microplásticos, fragmentos minúsculos que no sólo invaden nuestros océanos, sino también los alimentos que consumimos y el aire que respiramos. Este problema es tan omnipresente que, en algún punto de la década pasada, las fronteras entre la ciencia y la filosofía comenzaron a diluirse, ya que la naturaleza de estos contaminantes plantea preguntas fundamentales: ¿Qué significa realmente lo invisible? ¿Cómo podemos medir y entender aquello que no podemos percibir directamente?


En el artículo que nos ocupa, se propone un innovador enfoque basado en la resonancia plasmónica de superficie (SPR), una técnica que, si bien proviene del campo de la óptica, se ha revelado como una herramienta poderosa para detectar microplásticos. Pero antes de entrar en tecnicismos, hagamos una pausa para reflexionar. La detección de microplásticos puede parecer un asunto exclusivamente técnico, pero en realidad, toca aspectos profundamente filosóficos sobre la percepción y la realidad. ¿Cuántas veces en nuestra vida diaria ignoramos lo que no podemos ver o comprender? De la misma manera que los antiguos griegos discutían sobre los átomos como componentes invisibles de la materia, hoy los científicos debaten cómo identificar las partículas plásticas que están moldeando nuestro mundo de una forma casi fantasmal.


El SPR, como técnica, nos permite vislumbrar lo invisible. Cuando una onda de luz interactúa con una superficie metálica a través de un prisma diseñado especialmente, se produce una resonancia. Este fenómeno óptico es increíblemente sensible a los cambios en el entorno inmediato, lo que permite detectar partículas extremadamente pequeñas, como los microplásticos, al captar variaciones en el índice de refracción (una medida de cómo la luz se desvía al atravesar un material). En términos simples, podríamos imaginar el SPR como un sofisticado sistema de alarma óptico, que no sólo nos dice si hay algo ahí, sino qué es y cuán grande es.


Pero aquí está la clave: el método propuesto en este trabajo no solo puede detectar microplásticos de una manera más precisa y rápida que las técnicas tradicionales, sino que puede hacer algo aún más impresionante: discriminar entre diferentes tipos de polímeros y tamaños. Esto resuelve un problema crucial en el estudio de los microplásticos: la ambigüedad. Hasta ahora, la mayoría de las técnicas podían detectar la presencia de estas partículas, pero con poca capacidad para diferenciar entre, por ejemplo, un fragmento de neumático y un trozo de botella de PET. Y esa distinción importa, no solo desde el punto de vista ambiental, sino también desde la salud humana, ya que diferentes tipos de plásticos tienen diferentes niveles de toxicidad y comportamientos en los ecosistemas.


Volviendo a la filosofía, ¿cómo cambia nuestra comprensión del mundo cuando tenemos la capacidad de ver lo que antes era invisible? ¿Cuánto del conocimiento científico depende de la tecnología, de esas extensiones de nuestros sentidos que nos permiten explorar más allá de nuestros límites naturales? Este avance en la detección de microplásticos nos ofrece una lección poderosa: lo que no vemos sigue existiendo, influyendo y, en algunos casos, dañándonos.


En una cultura obsesionada con lo visual y lo perceptible, este tipo de investigación nos recuerda que no todo lo importante es visible a simple vista. De hecho, muchos de los problemas más grandes del mundo, como el cambio climático o la contaminación por microplásticos, son invisibles a nuestros ojos, pero devastadores en sus efectos. Es aquí donde la ciencia y la filosofía se encuentran, en esa necesidad de indagar más allá de la superficie, de cuestionar lo que asumimos como cierto simplemente porque es lo que nuestros ojos pueden ver.


En última instancia, la propuesta de este nuevo prisma para la detección de microplásticos nos invita no solo a un avance científico, sino a una reflexión sobre nuestra relación con lo invisible. Nos recuerda que, como seres humanos, debemos seguir explorando, cuestionando y detectando lo que está más allá de nuestras limitadas percepciones, porque en esos pequeños fragmentos de la realidad reside la verdad sobre los grandes desafíos de nuestro tiempo.


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