La ciencia es, en muchos sentidos, una búsqueda constante por alcanzar la precisión, una persecución por minimizar los márgenes de error. Sin embargo, los errores, o mejor dicho, los "artefactos", pueden ser tan instructivos como los resultados deseados. En el ámbito de la radiología maxilofacial, uno de los principales desafíos es lidiar con los artefactos que aparecen en las imágenes de tomografía computarizada de haz cónico (CBCT). Entre estos, los artefactos de movimiento –esos desperfectos generados por el desplazamiento del paciente durante la toma de imágenes– constituyen una fuente de distorsión que compromete la calidad y fiabilidad del diagnóstico.
Curiosamente, el reciente estudio titulado "Design and Development of a Cable-Driven Parallel Robot for Generating Repeatable Movements of a Dry Skull in a CBCT Scanner to Study Motion Artifacts" (https://arxiv.org/abs/2410.00492) explora este fenómeno desde un ángulo innovador. ¿Qué pasa si, en lugar de luchar contra estos artefactos, los estudiamos en detalle? El artículo describe el diseño de un robot paralelo accionado por cable, capaz de reproducir con precisión los movimientos de un cráneo seco en un escáner CBCT, simulando así los movimientos típicos de un paciente para analizar estos defectos en las imágenes.
La idea es clara: al replicar los movimientos de manera precisa y controlada, se pueden crear conjuntos de datos de referencia que permitan mejorar las técnicas de imagen, reduciendo la aparición de estos artefactos. Este avance no solo tiene aplicaciones prácticas inmediatas, sino que también nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza del control, la precisión y los inevitables márgenes de error en nuestras propias acciones, tanto en la ciencia como en la vida cotidiana.
Desde la antigüedad, el ser humano ha buscado el control absoluto, una ambición reflejada en la filosofía política de Platón en su obra La República, donde propone un modelo de gobierno dirigido por filósofos-reyes que, a través de su sabiduría y racionalidad, deberían ser capaces de dirigir una sociedad ideal. Sin embargo, la historia misma ha demostrado que los intentos de control absoluto siempre se ven saboteados por las inevitables "imperfecciones" humanas. En la ciencia, esto se traduce en lo que llamamos errores o artefactos. El robot diseñado para simular movimientos de un cráneo seco puede reproducir dichos movimientos con una precisión superior al 95%, pero incluso esa tasa de éxito deja un margen para el error. Ese 5% nos recuerda que, por más que lo intentemos, el error es una constante.
La cuestión entonces no es si podemos eliminar los errores por completo, sino cómo podemos aprender de ellos. En este sentido, podríamos decir que los artefactos de movimiento en las imágenes CBCT son el equivalente tecnológico de los "errores" humanos: inevitables, molestos, pero tremendamente instructivos. Así como el filósofo aprende de las fallas de la razón, el físico aprende de las fallas en los experimentos. El error es un maestro paciente y constante.
El robot descrito en el artículo no es solo una herramienta para mejorar la calidad de las imágenes médicas; es, en un sentido más amplio, una metáfora del ser humano. Al igual que el robot busca replicar los movimientos humanos, nosotros buscamos replicar ciertos ideales de comportamiento, racionalidad y perfección. Pero, como bien sabía Mary Shelley en Frankenstein, crear una réplica perfecta de la vida es un acto plagado de riesgos. Siempre habrá un margen de error, una parte de lo humano que se escapa de cualquier intento de control.
En términos espirituales, esta idea no es nueva. En el Bhagavad-gītā, Krishna le enseña a Arjuna que debe actuar sin apego a los resultados de sus acciones. El control absoluto es una ilusión; lo importante es aceptar que nuestras acciones siempre tendrán un grado de incertidumbre. En este sentido, el artefacto de movimiento en la CBCT es una manifestación física de esta idea espiritual: siempre habrá distorsiones en nuestras acciones, y aprender a lidiar con ellas es tan importante como intentar evitarlas.
La búsqueda de la perfección tecnológica no es muy diferente de la búsqueda de la perfección política o espiritual. Si analizamos los grandes sistemas políticos de la historia, desde las democracias ateniense y romana hasta las monarquías absolutistas, todos compartieron una ambición por el control, pero todos también enfrentaron lo que podríamos llamar "artefactos" sociales: decisiones inesperadas, rebeliones, cambios de paradigma que distorsionaron sus ideales originales. Al igual que los artefactos en la CBCT, estos errores políticos nos han enseñado más sobre la naturaleza humana que la propia utopía.
En la física, el error es un compañero constante. Los experimentos rara vez salen como se planean, y las teorías suelen ser aproximaciones que se ajustan conforme descubrimos nuevas variables. Al igual que los artefactos en las imágenes CBCT, las imperfecciones en los modelos científicos son el terreno fértil sobre el cual se erige la innovación. La teoría de la relatividad de Einstein, por ejemplo, surgió de los errores e inconsistencias percibidos en las leyes de Newton cuando se aplicaban a situaciones extremas.
El diseño del robot presentado en el artículo es un hito en el estudio de los artefactos de movimiento en la radiología maxilofacial, pero su relevancia trasciende la mera técnica. Nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del control, el error, y las inevitables distorsiones que encontramos en todos los aspectos de la vida. Tanto en la ciencia como en la filosofía, el error es un maestro, y es a través de él que avanzamos hacia una comprensión más profunda, no solo del mundo que nos rodea, sino también de nosotros mismos.
Referencias:
Descartes, René. Meditaciones Metafísicas.
Platón. La República.
Shelley, Mary. Frankenstein.
Bhagavad-gītā.
Design and Development of a Cable-Driven Parallel Robot for Generating Repeatable Movements of a Dry Skull in a CBCT Scanner to Study Motion Artifacts https://arxiv.org/abs/2410.00492
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